Inútiles

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No tengo dinero, no tengo ocupación,
No tengo talento, no tengo ambición,
No tengo tableta, no tengo barrigón,
No tengo meta ni misión.
No tengo pastillas, tampoco tengo speed
No tengo farlopa, cerveza ni anís,
No tengo de nada, mejor lo digo así,
Ni tengo ganas de pedir

Rajoy Division*, Eurovisión 2013, POLLEMAS (2012)

Inútil, sin provecho, sin finalidad, sin uso específico diseñado o determinado, sin respuesta a una pulsión externa de orden, no útil.

Útil, práctico, usable con fines técnicos, productivo.

Las narrativas de carácter binómico dibujan una línea perfectamente delimitada entre útil e inútil, como si se tratara de dos categorías antagónicas. Ahora bien, un análisis singular de los propios conceptos mantendría en perpetuo suspense la definición de inutilidad, y nos situaría ante la excepcionalidad que provoca el contexto. Estas delimitaciones de carácter dualista responden a intenciones determinadas, aquellas que pretenden solidificar las narrativas hegemónicas, narrativas que se mantienen en una ensoñación de verdad.

Se margina bajo la categoría de inútil a todas aquellas prácticas que pierden el tiempo en tanto que no se someten a la productividad en términos de rendimiento económico. Bajo la nominalización de inútil hay una pretensión de invalidar los saberes que no articulan barreras o mecanismos de alienación, y cuya potencialidad radica en las herramientas participativas que generan estrategias de interrupción. La utilidad de la prácticas artísticas no ha de suponer tampoco, una “artificación” de determinados símbolos o procesos que son sustraídos de su comunidad significante, con la posible consecuente despotencialización  y neutralización de su discurso crítico.

En el contexto de la imposición utilitaria, la violencia, inmanente al sistema neoliberal, ya no destruye desde fuera del propio individuo, sino desde dentro. Nos hemos convertido en nuestros propios explotadores, persiguiendo, de manera insaciable, un éxito indefectiblemente unido al concepto de lo útil. En términos de Agustín García Calvo, nos han cambiado la vida y nos la han vendido por futuro. En la vida que nos han vendido no cabe el juego, solo hay lugar para la eficiencia. En esta situación, el juego se convierte en un potente elemento de subversión.

Los proyectos que se irán presentando en el contexto de Inútiles ponen en jaque el mundo de necesidades al que supuestamente estamos sujetos, y que a menudo olvidamos, peligrosamente, que ese mundo es construido, compuesto de necesidades disfrazadas que mediante estrategias varias se nos presentan como fundamentales.

Que sea tan concreto que no sirva para nada.

Que sea tan diverso que no sirva para nada.